
Como bien apuntó Javi "Negro" García, difícilmente se puede ganar un partido metiendo solo 32 puntos en 3 cuartos (poco más de 10 puntos por cuarto). Pero el problema no estuvo solo en la anotación, estuvo en todas las facetas del juego y eso que al equipo salió con otra cara. Lejos de tirar el partido en el primer cuarto (como buena parte de la temporada anterior) mantuvo el tipo, se sobrepuso a la falta de tensión con la que inició el choque y se fué al banquillo 10 puntos abajo y con la sensación de que a nada que apretara un poco el acelerador mantendría las opciones intactas para conseguir la victoria.
Sin embargo, como un alumno poco aplicado, prefirió tirar también el segundo cuarto y ver como poco a poco Coria, un equipo muy físico y bien conjuntado, ampliaba la diferencia hasta los 14 puntos. Tiempo para reflexionar en el descanso. La cosa surtió algo de efecto. Amicus se enteró de que estaba jugando un partido oficial y salió dispuesto a defender y a correr. Recortaron ventaja a base de tímidos parciales favorables y consiguieron ponerse a 11. Una canasta más y derribarían la barrera psicológica de los 10. Pero esa canasta nunca llegó. Si defender y jugar como un equipo habían servido para tocar con los dedos la posibilidad de volver al partido, alguien debió pensar que esa no era la vía para ganar. Aparecieron los agujeros negros: momentos de juego en que jugadores acaparaban la acción en lugar de buscar el pase extra, una estrategia efectiva si se consigue anotar, pero no fue el caso. Las acciones individuales se toparon con un muro de jugadores caurienses, los esfuerzos físicos de los nuestros, al no encontrar recompensa, multiplicaron su peso exponencialmente y las piernas comenzaron a notarse en defensa. Ahí se marchó el partido mientras los nuestros, exhaustos, lo despedían incapaces de seguir el ritmo.

El último cuarto fue una anécdota. Coria hizo valer su supremacía física y sus jugadores, con las alas de moral extra que otorgan la certeza de haber hecho las cosas bien, se escaparon hasta el 77 - 43 final del marcador.
Y ahora me van a permitir el lujo de hablar en primera persona y dirigiéndome exclusivamente a mis compañeros: material hay para hacer mejor las cosas, de eso estoy convencido, pero hay que provocar un cambio. Podríamos empezar, por ejemplo, por dejar de achacar a cuestiones externas (como el arbitraje o que no contemos nada más que con 2 hombres altos) la falta de resultados y seguir trabajando con lo que tenemos. Y es que, perdonadme si soy crítico, pero el principal problema el pasado sábado fue simple y llanamente de falta de actitud (apunto que hablo en general y espero que nadie se tome esto como algo personal, pero si se lo toma, entonces que me pregunte personalmente porque seguro que nos ahorramos malos rollos). Para empezar un buen ejercicio que podría poner en marcha este cambio es dedicar 5 ó 10 minutos de un entrenamiento a hablar sobre los partidos ya jugados, decir allí en frío - y no en caliente durante el partido porque entonces no se es objetivo - nuestras impresiones y ver qué podemos hacer para mejorar el rendimiento como equipo.
Pues eso, próximo fin de semana, descansamos. Otra oportunidad más para seguir puliendo cosas.